Hoy, día 3 de julio, se cumple un año de la muerte del periodista y criminólogo Juan Ignacio Blanco, pero los medios no se harán eco de ello, como tampoco lo hicieron el día en que falleció. Él era una de esas figuras incómodas, una de esas personas que ponen en tela de juicio nuestro sistema judicial, y esas personas no suelen ser bien recordadas por algunos porque ponen en evidencia la mala praxis de los demás.
Hoy muchos no lo recordarán, pero sí lo harán los que, como yo, nos acercamos al caso Alcàsser gracias a él. Juan Ignacio fue el primer criminólogo que apareció rotulado como tal en un programa de alta audiencia, también fue el primero en hablar de lesiones y desgranarnos un sumario y una investigación criminal con un vocabulario sencillo y cercano. Nos acercó, junto al padre de una de las víctimas, a uno de los más terribles crímenes de nuestro país.
Pero Juan Ignacio Blanco era mucho más que Alcàsser…

SU PASO POR EL SEMANARIO “EL CASO”

Empezó en el famoso semanario de sucesos de “El Caso” con 20 años como becario, trabajando con archivos y recopilando datos, hasta que Fernández Sedano, el director, le ofreció cubrir su primer suceso, un parricidio con dos muertos, algo que Juan recordaba como un día muy duro y difícil para él.

Un jovencísimo Juan Ignacio Blanco
Juan siempre decía que a todo el mundo le gusta salir en todas las páginas de los periódicos, menos en la de sucesos.

Desde el año 1982 hasta el año 1995, Juan Ignacio trabajó de forma directa o indirecta en casos como el crimen de los Galindos, el de los Urquijo, el crimen del Legionario o las desapariciones del niño de Somosierra o el Niño Pintor de Málaga, entre muchos otros.
Durante su trayectoria profesional como reportero de sucesos, llegó a ser redactor jefe y director del legendario semanario formando parte de la verdadera facultad española de Periodismo de Sucesos donde, durante décadas, se formaron grandes generaciones de periodistas, hasta su desaparición en 1987.
Mancheta del semanario El Caso con Juan gnacio Blanco como redactor jefe.
Con el equipo de “El Caso” en la nueva redacción en Madrid 1992.

SUS PROGRAMAS RADIOFÓNICOS

Muchos le recordarán no solo por su imagen, que recordaba a los antiguos periodistas, los de la época de Margarita Landi, con la que también coincidió en la redacción, sino por su excelente voz y su forma de narrar absolutamente única.
Si Juan Ignacio se caracterizaba por algo era por su forma de contar las cosas, hay gente que nace para comunicar, y eso era algo innato en el periodista. Su facilidad para atrapar al oyente y mantenerlo atento era realmente llamativa.
Por suerte, podemos recuperar algunas de las joyas radiofónicas que nos dejó, como El callejón de las sombras (1994-1995) y La voz de las sombras (1995-1996), de Radio Voz, ambos programas recuperados gracias a que el mismo Juan Ignacio nos facilitó las grabaciones de los programas originales en cassette.
Aquí podéis escuchar algunos de esos programas digitalizados:

Os contaré una anécdota que seguro os resultará curiosa, cuando Juan trabajaba en Radio Voz coincidió con un jovencísimo Íker Jiménez; ese mismo día, cuando Juan Ignacio llegó a su casa, le dijo a su mujer que acababa de conocer a “un chaval que va a ser uno de los periodistas más importantes de España“, y no se equivocó, Juan vio en Íker la ilusión, las ganas y el talento que tienen los grandes profesionales de la comunicación.

LA ANÉCDOTA CON EL ARROPIERO

Durante los años que se dedicó a la radio, trabajó y coincidió con personajes tan relevantes como el profesor Reverte Coma, el locutor Miguel Ángel García Juez, el psicólogo Javier Urra, el forense José Antonio García-Andrade, el comisario Viqueira, el juez Heriberto Asensio, el forense Luis Frontela o el periodista de sucesos Paco Pérez Abellán.
Si tenemos que contar una historia realmente curiosa de esa época, sería la vivida por Juan Ignacio junto al reconocido psiquiatra José Antonio García-Andrade.
El profesor García Andrade trabajó durante 20 años en el centro psiquiátrico penitenciario de Carabanchel, allí trató a reclusos como Manuel delgado Villegas, más conocido como El Arropiero. Juan Ignacio en persona nos contó que acompañó al profesor Andrade en una de esas visitas al famoso preso, quien estaba sentado tras las rejas de su celda; en un momento dado, al parecer porque no le habían suministrado suficiente tabaco, Villegas se enfureció y rompió con sus propias manos sus botas, unas chirucas de piel, destrozándolas por completo. Podemos imaginar la extraordinaria fuerza del Arropiero, el hombre que mataba a algunas de sus víctimas con un golpe de tragantón (golpe del legionario) y calificado por muchos como “el súper hombre” por su cromosoma XYY, conocido universalmente como “el cromosoma de la criminalidad”.
El arropiero practicando uno de sus golpes

Durante todos esos años, Juan pudo conocer de primera mano muchas informaciones sobre algunos de los casos más relevantes de la historia negra de nuestro país, muchos contados de primera mano por los propios familiares de las víctimas.

12 AÑOS DE INCANSABLE TRABAJO

Otra de las cosas que mucha gente desconoce es a lo que se dedicó Juan Ignacio  durante todos los años en los que fue defenestrado personal y profesionalmente, por sus declaraciones sobre las investigaciones del crimen de Alcàsser.
Desde 1999, Juan se dedicó a leer y recopilar información sobre casos criminales, creando la base de datos de asesinos más completa del mundo en forma de enciclopedia. En 2011, después de 12 años de incansable trabajo, fue subida a la red con el nombre de Murderpedia.
Como anécdota, os contaré que la página se hizo tan famosa en Estados Unidos que ¡hasta existe una canción en su nombre!

EN MEMORIA, UN AÑO DESPUÉS 

Hoy, que se cumple un año de su fallecimiento, quería hacer un breve repaso por su vida profesional, breve porque de Juan se pueden contar cientos de historias, de anécdotas y de hechos interesantes, tantos que no se podrían resumir en un solo escrito.
Muchos quieren borrar su paso por la historia del periodismo de sucesos de nuestro país, por eso desde aquí el mejor homenaje que le podemos hacer es seguir recordando su generosidad, quién fue y todo lo que nos dejó.
Descansa en paz, Maestro, aquí nos sigues haciendo mucha falta.