30 noviembre 2020

El presidente Trump toma medidas contra los traidores de la Defensa y los boicoteadores internos. ¿Se está desmantelando el llamado "Deep State"?

 

Donald Trump no sólo juega golf, también ‎está purgando el Pentágono‎

Además de denunciar los resultados de la elección presidencial, el presidente Donald ‎Trump se ha dado a la tarea de limpiar el Pentágono. El primer en caer fue ‎el mismísimo secretario de Defensa, Mark Esper, que ha mentido constantemente para ‎esconder a la Casa Blanca los verdaderos objetivos de los generales. ‎

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Christopher Miller, nuevo secretario de Defensa, ha recibido la misión de impedir nuevas guerras.‎

Después de la elección presidencial, el inquilino de la Casa Blanca debe limitarse a los asuntos ‎corrientes. Pero, justo antes de que se reúna la junta de “grandes electores” que decidirá quién va ‎a ocupar la Casa Blanca durante los 4 próximos años, el presidente Donald Trump ha iniciado ‎una operación de limpieza sin precedente en el Pentágono. ‎

La prensa estadounidense, que sigue empeñada en presentar a Trump como un narcisista ‎incompetente, no parece dar mucha importancia al asunto y afirma que el presidente se dedica ‎últimamente a jugar golf. ‎

Sin embargo, Trump ha destituido uno tras otro
- al secretario de Defensa, Mark Esper (sustituido por Christopher Miller);‎
- al jefe de gabinete de la secretaría de Defensa, Jen Stewart (sustituido por Kash Patel);
- al director de la política de defensa, James Anderson (sustituido por Anthony Tata);
- al subsecretario de Defensa a cargo de la inteligencia y la seguridad, Joseph Kernan (sustituido ‎por Ezra Cohen-Watnick);
- al funcionario de enlace con la OTAN, Michael Ryan (sustituido por Andrew Winternitz). ‎

Es evidente la razón de esos cambios en la cúpula del Pentágono: desde que los grandes medios ‎de difusión concedieron públicamente la victoria a Joe Biden se ha iniciado en Washington una ‎cascada de “confesiones” de altos funcionarios que cuentan cómo sabotearon durante años la ‎política del presidente Donald Trump [1]. ‎Los responsables ahora destituidos probablemente los encubrieron o incluso conspiraron para ‎derrocar al presidente Trump, mientras que los ahora promovidos siguen siendo fieles ‎al presidente aún en ejercicio y comparten su convicción sobre los vínculos de las ‎administraciones Clinton y Obama con la Hermandad Musulmana. ‎

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