16 abril 2018

Siria: cuando el periodismo intoxica más que las supuestas armas químicas y los cascos blancos son en realidad negros


¿Cómo pueden los periodistas provocar guerras?

El bombardeo perpetrado contra Siria el 14 de abril de 2018 pasará a la historia, además de todo, como un ejemplo de las consecuencias del periodismo amarillo. Thierry Meyssan aborda nuevamente el uso del sensacionalismo en la propaganda de guerra.

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En diciembre de 2016, los Cascos Blancos –presentados como una “organización humanitaria” o de “defensa civil”– firmaban este documento junto a los yihadistas que asediaban Damasco y que cortaron el suministro de agua a la población de la capital siria. Privar de agua a los civiles es un crimen de guerra. ¿Dónde estaban entonces la “comunidad internacional” y los grandes medios de prensa occidentales?
Estados Unidos, Francia y el Reino Unido bombardearon Siria en la noche del 13 al 14 de abril de 2018. Esta operación militar, una agresión en términos de Derecho Internacional, es presentada como una «respuesta» de «los aliados» al supuesto uso de armas químicas por parte de la República Árabe Siria.
El secretario de Defensa estadounidense, James Mattis, declaró ante el Congreso que no dispone de pruebas que demuestren esa acusación pero que se basa en «artículos de prensa creíbles». En 2011, cuando el fiscal de la Corte Penal Internacional, Luis Moreno Ocampo, lanzó una orden internacional de arresto contra el líder libio Muammar el-Kadhafi, también lo hizo basándose en artículos de la prensa… cuya veracidad –hoy está demostrado– era nula. Pero justificó así la intervención de la OTAN contra Libia.
En 1898, el gobierno de Estados Unidos también se basó en los «artículos de prensa creíbles» de los periódicos del magnate de la prensa William Randolph Hearst [1] para iniciar la Guerra Hispano-Americana [2]. Posteriormente, los artículos de los diarios de Hearst resultaron ser totalmente inventados [3].
En cuanto a los «artículos de prensa creíbles» a los que se refiere el general Mattis, estos se basan en las declaraciones de la ONG británica White Helmets (Cascos Blancos). Presentados como una «asociación humanitaria», los «Cascos Blancos» en realidad son parte del conflicto ya que han participado oficialmente en varias operaciones de guerra, como la que cortó el abastecimiento de agua a los 5,6 millones de habitantes de Damasco, la capital siria, durante unos 40 días [4].
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