- Aunque su ejército es el cuarto del mundo, el Reino Unido no puede darse el lujo de desafiar a Rusia sin tener aliados. Londres está por lo tanto obligado a inventar un casus belli y a provocar una reacción de sus aliados para llevarlos a exponerse junto al Reino Unido.
El gobierno británico y algunos de sus aliados, como el secretario de Estado Rex Tillerson, trataron de desatar una guerra fría contra Rusia.
El plan era, por una parte, montar un atentado contra un ex agente doble en Salisbury y, por otro lado, orquestar un ataque químico contra los «rebeldes moderados» en la Ghouta. Los conspiradores pretendían aprovecharse del esfuerzo de Siria por liberar los alrededores de su capital y la desorganización que la elección presidencial provocaría en Rusia. Como resultado de esas manipulaciones, el Reino Unido empujaría a Estados Unidos a bombardear Damasco, incluyendo el palacio presidencial, y exigiría a la Asamblea General de la ONU que excluyera a Rusia del Consejo de Seguridad.
Pero los servicios de inteligencia de Siria y Rusia recibieron información de lo que se tramaba. Y adquirieron la certeza de que los agentes estadounidenses que estaban preparando, en la Ghouta, un ataque químico contra la propia Ghouta no dependían del Pentágono sino de otra agencia estadounidense.
En Damasco, el viceministro sirio de Exteriores, Faysal Meqdad, convocó con carácter urgente, el 10 de marzo de 2018, una conferencia de prensa para alertar a sus conciudadanos. Por su parte, Moscú trató primeramente de dirigirse a Washington por vía diplomática. Pero, consciente de que el embajador estadounidense en Rusia, Jon Huntsman Jr., es miembro del consejo de administración de Caterpillar, firma estadounidense que proporcionó a los yihadistas el equipamiento especial para la construcción de los túneles necesarios para sus fortificaciones, optó después por evitar los canales diplomáticos normales.
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