Ferdinand Pecora: el hombre que derrotó a los “banksters”
Tres años después de la crisis bursátil de 1929, Estados Unidos estaba en medio de la Gran Depresión, sin recuperación en el horizonte. Como el presidente Herbert Hoover, a regañadientes, hacía campaña para un segundo mandato, sus caravanas de automóviles y trenes fueron atacados con lanzamientos de verduras y huevos podridos, mientras recorría una tierra hostil, pasando por barrios de chabolas levantadas por gente sin hogar. Se llamaban “Hoovervilles” y constituyeron las imágenes vergonzosas que definirían su presidencia.
Millones de estadounidenses habían perdido sus puestos de trabajo, y uno de cada cuatro perdieron los ahorros de su vida. Los agricultores estaban en la ruina, el 40% de los bancos del país habían quebrado, y los stocks industriales habían perdido el 80% de su valor.
Con el desempleo rondando casi el 25% en 1932, Hoover fue arrastrado fuera de su oficina presidencial como si la tierra se desplazara bajo sus pies, y el recién elegido presidente, Franklin Delano Roosevelt, prometía alivio a los estadounidenses. Roosevelt había denunciado “la manipulación despiadada de los jugadores profesionales y el sistema corporativo” que permitió que “unos cuantos intereses poderosos hicieran carne de cañón industrial la vida de la mitad de la población” Dejó claro que iba a ir tras los “barones económicos” y eso provocó un pánico bancario en el día de su toma de posesión, en marzo de 1933, que le dio la autoridad que buscaba para atacar a la crisis económica en sólo sus “primeros 100 días” (periodo de prueba que se ha afianzado desde entonces). “Hay que poner fin a una conducta en la banca y en los negocios que con demasiada frecuencia ha dado al traste con la confianza debida con una imagen de insensibilidad y de mal proceder“, dijo.
Ferdinand Pecora fue una respuesta inesperada a lo aquejaba a EEUU en la época. Era un delgado hijo de inmigrantes italianos, nacido en Sicilia, de voz suave, llevaba un sombrero de fieltro de ala ancha, y a menudo tenía un cigarro colgando de sus labios a lo “Humphrey Bogart”. Obligado a abandonar la escuela en su adolescencia porque su padre fue herido en un accidente de trabajo y no podía pagársela, Pecora consiguió un puesto como asistente en un bufete de abogados de Wall Street y gracias a ello puedo asistir a la New York Law School, y se convirtió en uno de los primeros abogados “italianos” de la ciudad.
En 1918, se convirtió en asistente del fiscal. Durante la década siguiente, se labró una reputación de fiscal honesto y tenaz, consiguiendo el cierre de más de 100 “bucket shops” unas ilegales salas de bolsa donde se realizaban apuestas sobre la subida y caída de precios de acciones y futuros, correspondientes a productos básicos, fuera del mercado regulado. Su experiencia en la lucha contra el mundo de los negocios financieros fraudulentos le servirá bien años más tarde.
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