Asia (salvo Japón y el Golfo Pérsico), América Latina, África y el Este de Europa se unen en torno al BRICS: Yemen, la clave de la partida
Durante esta Semana Santa se han seguido produciendo importantes movimientos en la partida de ajedrez planetaria.
Al tiempo que Irán firmaba el acuerdo de paz sobre su programa nuclear, se desarrollaba el conflicto en Yemen, donde se encuentran las monarquías musulmanas que apoyan al terrorismo frente al bloque BRICS con Irán, en este caso, por afinidad religiosa, al frente. Las últimas noticias que nos llegan de la zona hablan de una portentosa respuesta de la población yemení, que se ha alistado en masa para defenderse de la agresión saudita (642.000 personas). De pronóstico ignoto a estas alturas, lo cierto es que la monarquía saudita está dando armas sin contemplaciones a los grupos vinculados a Al Qaeda que son, al igual que en Irak y Siria, la otra parte del conflicto, dejando en un malísimo lugar a las “democracias occidentales” que dicen enarbolar la bandera del bien.
En los últimos días, el primer ministro iraquí ha afirmado que “es imposible ganar esta guerra contra los terroristas, mientras sigan afluyendo combatientes de todas partes del mundo”. En definitiva, Al Habadi reconocía que se podía combatir a los soldados del ISIS iraquíes pero cuando están llegando musulmanes fanáticos de todos los países del mundo…
¿Y por qué lo hacen? ¿Qué se les ha perdido a chavales musulmanes de España, Inglaterra o Francia para marcharse a Irak o Siria para combatir al lado de unos depravados?
Muy sencillo: es el odio a la degenerada civilización occidental lo que les anima. Son gente que ve la TV y no se informa adecuadamente, de manera que no sabe que va a combatir en el bando… de sus enemigos. Lo mismo que pasó con el terrorismo de izquierdas del siglo XX.
Como digo, las piezas se están moviendo en los últimos días, en los que el flamante Nuevo Banco de Infraestructuras del BRICS ha reunido a países que, en total, suman el 40% de la población mundial.
En los últimos días, la Unión Euroasiática capitaneada por Rusia (unida en la práctica con China e India) tras unir a Mongolia en el proyecto, ha firmado un acuerdo de librecomercio con Vietnam con lo que, conociendo que China aglutina a todos los países del sudeste asiático e India a los del Sur, nos están diciendo que Asia se van a unir (salvo, de momento, Japón y los países de la península arábiga… y Yemen). Pero el avance también llega desde el Este de Europa, donde la unión de la época comunista de la URSS y por la religión ortodoxa, pesan mucho. En los últimos días, tanto la República Checa como Hungría (y por supuesto Grecia) están dando evidentes pruebas de que ya miran más en dirección a Rusia que al Oeste de Europa.
Añadamos a esta Unión Euroasiática, al bloque iberoamericano (salvo Colombia y seguramente Chile) incluyendo al Caribe y casi con toda seguridad, el África negra y parte del Magreb. Aparte de la ya conocida inversión China en ese área (que va a pagar un tren desde Tanzania a Nigeria), tenemos el perfectamente delineado plan de Gadaffi para la Unión Africana que debía haber sido lanzado en el año 2014 y que llegó a tener su moneda preparada (esa fue la real causa de su muerte). De manera que África está preparada para esa unión y, por tanto, sólo nos quedaría la Europa occidental para conformar este mundo nuevo, algunos de cuyos países ya han entrado el Banco del BRICS y están dando señales de que la reforma del sistema monetario ya figura en sus agendas (ver noticia sobre la reforma monetaria de Islandia, más abajo).
Así pues, lo que pase en Yemen en los próximos días va a ser un verdadero termómetro de la potencia de los bloques en disputa, puesto que si Arabia Saudita se mete en una guerra con los valientes yemeníes (un pueblo más guerrero y menos acomodado que el burgués pueblo saudita), de rebote puede vivir la rebelión de su minoría chií (15% de la población) y, como vimos hace pocos días, sufrir la invasión desde Irak de los leales a Irán allí combatiendo. Evidentemente, si cae Arabia Saudita, caen el resto de monarquías del Golfo detrás, que también tienen sus respectivas minorías chiítas y pueblos muy descontentos con sus corruptos gobernantes.
Falta por conocer el papel de Egipto, que aparentemente se unió a la coalición sunita en Yemen pero que, en la práctica, es un aliado de Rusia, como demostró la reciente visita de Putin al país de las pirámides, donde se comprometió a construir varias plantas nucleares (ver noticia de Veterans Today).
Por lo demás, la diferencia es clara: los bancos occidentales están quebrados y sus economías han colapasado por falta de financiación mientras que el oro y el cash está, todo, en manos del BRICS.
¿Alguien duda de quién va a ganar la partida?
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