10 octubre 2014

La realidad del ataque a la ciudadanía española por parte de un gobierno manejado por la élite financiera

Este artículo señala que las políticas de reducción del déficit, impuestas por el Estado central a todos los otros niveles del Estado, están desmantelando el Estado del Bienestar en España. 


Hoy estamos viendo el desmantelamiento del Estado del Bienestar en España a base de recortes del gasto público social, que son de los más marcados en la Unión Europea de los Quince, el grupo de países de la Unión Europea (UE) más semejante a España en cuanto a nivel de desarrollo económico. Tales recortes incluyen el gasto en sanidad, en educación (desde escuelas de infancia a centros universitarios), en servicios sociales, en servicios domiciliarios, en vivienda social, en prevención de la exclusión social, en ayudas a las familias y en programas de integración de los inmigrantes, entre otros. Estos recortes empobrecen todavía más estos servicios públicos del Estado del Bienestar español, uno de los más subfinanciados de la UE-15. El gasto público social español por habitante ha sido y continúa siendo de los más bajos de la UE-15. Algo parecido ocurre con las transferencias públicas del Estado del Bienestar, como pensiones y ayudas a las familias y a las personas pobres y más vulnerables de la sociedad, en el preciso momento en el que las necesidades de estos grupos son mayores como consecuencia de las crisis económica y financiera, denominadas en la literatura económica como la Gran Recesión, que para millones de españoles es, en realidad, la Gran Depresión.

Este empobrecimiento del sector público explica su creciente privatización, con el consiguiente aumento del gasto privado en pensiones y en los servicios citados anteriormente, entre los cuales, los servicios sanitarios están entre los más afectados. España es hoy uno de los países de la UE-15 que tiene uno de los gastos públicos sanitarios más bajos y uno de los gastos privados sanitarios más altos. Una consecuencia de ello es que España tiene una sanidad muy polarizada por clase social: el 30% de renta superior del país (burguesía, pequeña burguesía y clases medias profesionales de renta superior) utiliza la sanidad privada, y el 70% restante (clase trabajadora y clases medias de renta media y baja) utiliza la sanidad pública. Esta polarización social es profundamente ineficaz y sumamente preocupante, pues, aun cuando la sanidad privada es mejor que la pública en componentes básicos de gran importancia como la comodidad, las listas de espera y el trato personal (una cama por habitación), la pública es mucho mejor en la calidad profesional e infraestructura técnica y científica, como lo atestiguan muchos estudios realizados en el país. En realidad, la sanidad privada transfiere los pacientes graves a la pública, parasitándola constantemente. Debería ser obvio que lo que España necesita es un sistema público multiclasista y universal que tenga las comodidades (“patient friendliness”) que tiene la privada, con la calidad que tiene la pública. Pero ello requiere un gasto público mucho mayor, que es precisamente lo contrario de lo que está ocurriendo. Los recortes están acentuando más y más la polarización por clase social de la sanidad en España.

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