Cuba, la vilipendiada
Vicenç NavarroCatedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University
De los eventos que han tenido lugar en Latinoamérica en los últimos meses hay
dos que merecen especial atención, pues han pasado desapercibidos, cuando no
ignorados, por los mayores medios de información españoles. Uno es la
conferencia de jefes de Estado de América Latina y del Caribe en la Habana,
Cuba, y que incluía a los máximos representantes de la gran mayoría de las
naciones de las Américas, excepto EEUU y Canadá. Todas ellas pertenecen a la
CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), comunidad
establecida en 2011 como alternativa a la OEA (Organización de los
Estados Americanos), percibida como excesivamente influenciada por el
gobierno de EEUU. Como resultado de esta influencia, la OEA había excluido a
Cuba, expulsada ya en 1962 de esta organización. Tal expulsión terminó en el año
2009, cuando EEUU permitió que se la invitara, invitación que Cuba rechazó por
considerar que la OEA continuaba estando dominada por el gobierno de EEUU.
Es muy significativo que, paradójicamente, medio siglo después de que Cuba
fuera expulsada de la OEA, la mayoría de países de América Latina y del Caribe
se reunieran precisamente en la Habana, Cuba, como parte de la CELAC (que
incluye prácticamente a los mismos países que constituyen la OEA, excepto EEUU y
Canadá). A esta reunión fueron invitados José Miguel Insulza, Secretario General
de la OEA, como observador, y el Secretario General de la Naciones Unidas, Ban
Ki-moon. Pero no fueron invitados ni EEUU ni Canadá. Todo un cambio. Y el
Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación de España -el ministerio más
dócil con el gobierno federal de EEUU que existe hoy en la UE-15- parece todavía
no darse cuenta de lo que está pasando en América Latina y en el Caribe. El
famoso “por qué no te callas” se ha revertido en un “no te queremos”. El tema
del congreso de la CELAC era, por cierto, el crecimiento de las desigualdades
y de la pobreza, en uno de los países que tiene menos desigualdades y menos
pobreza en la CELAC.
La otra noticia, que tiene que ver también con Cuba, procede del funeral del
Presidente Mandela en Sudáfrica. La delegación que fue más aplaudida en las
ceremonias de celebración de la vida de Mandela durante su funeral fue la
delegación cubana. Las causas de este calor humano y agradecimiento a Cuba las
definió el propio Mandela cuando consiguió su libertad. “Durante todos los
años que he estado en prisión, Cuba fue una inspiración… Las victorias de Cuba
destruyeron los mitos de la invencibilidad del opresor blanco, inspiraron a las
poblaciones luchadoras en Sudáfrica, en un momento clave en la lucha por la
liberación en Sudáfrica y de nuestro pueblo frente al régimen del apartheid.
¿Qué otro país puede mostrar una hoja de servicios de ayuda, tan generosa y
solidaria, a las causas de liberación en África que Cuba? Cuba ha sido un
ejemplo de entrega y servicio a los demás”. Cuba fue uno de los países que
ayudó más al movimiento de liberación de Sudáfrica. Hoy, como señaló mi amigo
Noam Chomsky recientemente, el nombre de los cubanos que murieron defendiendo a
Angola frente a los mercenarios del régimen apartheid, están escritos en piedra
en la pared de homenaje a los luchadores por la libertad en el Parque de la
Libertad de Pretoria. Y los miles de cubanos que ayudaron a Angola, sin pedir un
real, son un ejemplo de solidaridad. Durante el funeral de Mandela, estos
sentimientos populares pudieron expresarse y el mundo vio su agradecimiento a
Cuba. Y mientras, Cuba permanece demonizada en los mayores medios de información
españoles, mostrando, una vez más, el nivel de control ideológico que tienen
estos medios.
Se critica a Cuba por su falta de libertades. Pero el estado español tiene
muy poca credibilidad cuando utiliza este argumento. Tiene relaciones excelentes
con gobiernos como el de Honduras, donde se asesina a periodistas y
sindicalistas sin que haya ninguna protesta y, todavía menos, sin que haya
ninguna noticia en los mayores medios de información.
Mientras, es el gobierno federal de EEUU, y sus políticas de embargo de aquel
país, el que está totalmente aislado, en Latinoamérica, hecho que ocurre también
en el propio país, EEUU. Según una encuesta publicada en The New York
Times el pasado 11 de febrero, el 56% de los estadounidenses se opone al
embargo de Cuba, porcentaje que aumenta a un 62% entre los hispanos. Los días
del embargo están contados. Quedará como una reliquia que señalará como un país
de solo 11 millones (cifra inferior a la del área metropolitana de Nueva York en
cuanto a población) resistió noblemente las agresiones de todo tipo de un
gobierno estadounidense que se presentaba como representante de 300
millones.
Una última nota. Fui de los primeros científicos que trabajaban en EEUU que
ayudaron a la Revolución Cubana en sus inicios, ayudando a su gobierno en el
desarrollo de su excelente servicio nacional de salud, del que incluso expertos
de cariz conservador han reconocido su singularidad y ejemplaridad. Ni que decir
tiene que hubo también dimensiones criticables (mis colegas cubanos me llamaban
cordialmente el “hipercrítico”) pues creo que la atracción enorme que ha tenido,
con razón, la Revolución Cubana en el mundo del subdesarrollo hubiera sido
incluso mayor si hubiera permitido un nivel más grande de libertades con mayores
expresiones de instrumentos democráticos. Ahora bien, los que acusan al gobierno
cubano de falta de democracia carecen de credibilidad a no ser que se opongan a
la enorme hostilidad del gobierno federal de EEUU, que ha intentado por todos
los medios ahogar aquella experiencia y que precisamente ha dificultado el
desarrollo de la dimensión democrática de aquella revolución. Por lo demás, los
datos están ahí. Ha sido uno de los gobiernos con mayor sensibilidad social en
aquel continente. Y su política internacional, lejos de ser “terrorista” como la
definía el gobierno federal de EEUU (que tuvo a Mandela en la lista de
terroristas hasta el año 2008 -sí, año 2008-), fue –como indicó Mandela–
ejemplar, mostrando que la Revolución Cuba, fruto predominantemente de un enorme
esfuerzo del pueblo cubano, ha sido y es una conquista social de todas las
fuerzas progresistas del mundo.
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