La verdad del caso Alcácer pide paso y con ella caerán sucios asuntos de Estado

Las últimas piezas de Alcácer

A lo largo de la historia de la criminología han existido algunos casos que, por alguna extraña razón, han logrado vencer los límites impuestos por la soberanía del tiempo. A diferencia de lo que ha ocurrido con otros sucesos, el interés por el caso Alcácer no terminó con la sentencia que condenaba a Miguel Ricart a 170 años de prisión a finales de 1997. Todo lo contrario. Las dudas y las numerosas irregularidades que rodearon al triple crimen desde el principio forzaron la apertura de un nuevo sumario que tenía el objetivo de seguir la pista de Antonio Anglés y otros posibles culpables. Además, el silencio que se impuso desde la mayor parte de los medios de comunicación también hizo posible un hecho que iba a ser decisivo para que la historia de Miriam García Iborra, Toñi Gómez Rodríguez y Desirée Hernández Folch no cayera en el olvido: el renacimiento del caso Alcácer a través de Internet y las nuevas tecnologías.

La principal ventaja que podemos encontrar tras el salto del prime time televisivo a la red de redes se halla en la evidencia de que veintiún años después, el recuerdo de las tres niñas permanece intacto. Y eso, en una sociedad donde la mayoría de las noticias dejan de ser actualidad el mismo día en el que aparecen, es un hecho digno de mención. Esto también pone de manifiesto otra cuestión que muchos especialistas han planteado durante años: el impacto tan grande que tuvo la historia de Miriam, Toñi y Desirée entre los españoles debido a la cobertura, para algunos excesiva y poco ética, que desarrollaron los medios de comunicación durante la década de los noventa. Sin embargo, el salto a la red también ha traído algunos inconvenientes, como por ejemplo el exceso de información que ha favorecido paradójicamente la desinformación y el aturdimiento. El resultado: la existencia simbólica de un inmenso puzzle en el que sobran y faltan algunas piezas importantes. No obstante, el hecho de que el caso Alcácer haya sido analizado desde distintas perspectivas no significa que exista una mala intención por parte de los interesados, sino más bien todo lo contrario, ya que la mayor parte de las teorías que circulan por la red son una consecuencia directa de los numerosos errores que tuvo la investigación en su momento.

Para entender mejor esta situación es necesario aclarar un aspecto importante; y es, que la versión oficial no tiene en cuenta algunos puntos oscuros a la hora de señalar que Miguel Ricart, Antonio Anglés y “posiblemente [...] alguna otra persona más” fueron los únicos responsables de la desaparición y muerte de las tres niñas. Tal vez tuvo algo que ver el hecho de que la Guardia Civil contara desde el principio con una confesión firmada por el propio Ricart, pero sea como sea, el caso es que estos aspectos oscuros no sólo se han tratado en foros o redes sociales a lo largo de los últimos años. El diario El País también se hizo eco de ellos en 1996 a través de un artículo titulado “Los misterios de Alcàsser” que comenzaba con una aseveración contundente: “El sumario del triple asesinato […] plantea más dudas que certezas”. Y es que aunque parezca sorprendente a simple vista, lo cierto es que la conclusión judicial del caso Alcácer está basada casi en su totalidad en las declaraciones contradictorias de un único detenido a quien dos psicólogas describieron en un informe publicado en 1997 como un “mentiroso patológico”, es decir; una persona que miente por necesidad.

Por otro lado, las dos piezas fundamentales que demuestran la gran complejidad del caso Alcácer nunca se plasmaron de forma concluyente en la versión oficial. La primera, no obstante, sí que apareció esbozada en el artículo antes citado de El País cuando el periodista Pablo Ordaz informaba del hallazgo de varios vellos púbicos y una misteriosa cana en los cuerpos de las niñas que, según explicó el doctor Ángel Carracedo delante del fiscal, correspondían a un número aproximado de entre cinco y siete personas distintas. Por tanto, este hecho demuestra sin lugar a dudas que en el asesinato de Miriam, Toñi y Desirée intervinieron un grupo bastante numeroso de individuos que nunca han sido juzgados. La segunda pieza que tampoco se tuvo en cuenta apareció incrustada en el informe de la autopsia que los forenses realizaron el 28 de enero de 1993 y que desvelaba que las niñas sufrieron diversas agresiones sexuales después de ser asesinadas, algo que nunca llegó a ser esclarecido ni contrastado por la versión oficial porque tal vez hubiera supuesto un cambio de rumbo en la investigación.

El silencio de las personas que nunca debieron estar calladas fue el motivo por el que otras muchas han intentado averiguar por su cuenta qué pasó realmente con Miriam, Toñi y Desirée durante todos estos años. Las últimas informaciones que han salido a la luz a través de distintas entrevistas radiofónicas revelan que las niñas no desaparecieron en Picassent cuando se dirigían a la discoteca Coolor, como hasta ahora había defendido la versión oficial, sino que, según la investigación del periodista y criminólogo Juan Ignacio Blanco, fueron vistas por última vez en el propio Alcácer, donde al parecer una persona conocida por ellas las habría llevado en su vehículo a un lugar donde finalmente serían secuestradas. Además, estas mismas entrevistas también han desvelado otros datos hasta ahora desconocidos, como por ejemplo el hecho de que las niñas fueron conducidas aquél 13 de noviembre de 1992 fuera de la Comunidad Valenciana o que incluso llegaron a permanecer varios días con vida, algo que según Juan Ignacio Blanco también aparece reflejado de manera implícita en el informe que los forenses realizaron tras la primera autopsia.

Hoy, 13 de noviembre, se cumplen veintiún años desde que Miriam, Toñi y Desirée desaparecieron, y aunque parezca mentira, el mundo no ha cambiado mucho desde entonces. Tampoco las leyes. Si ahora mismo pudiéramos abrir una pequeña hendidura a través del tiempo podríamos sentir la angustia y la tristeza de unos padres que perdieron aquello que más les importaba en el mundo; aquello por lo que habían luchado día tras día y que unos individuos sin corazón les arrebataron de una forma cruel y cobarde. Allí quedaron para siempre los posters colgados de las paredes, las fotografías y los sueños por cumplir. Ahora, tras la polémica sentencia del Tribunal de Estrasburgo, la única persona condenada por la muerte de las tres niñas podría quedar en libertad, y si esto finalmente sucede, no hay duda de que el caso Alcácer volverá a estar presente para todos, incluso para aquellos que un día decidieron estar callados e intentaron que otros lo estuvieran. Las piezas están sobre la mesa, pero el puzzle todavía no está completo. Veintiún años después, ¿Dónde están las piezas que faltan?

 

Fuente: http://chrisbcampos.blogspot.com.es/2013/11/las-ultimas-piezas-de-alcacer.HTML