19 septiembre 2017

La cuestión kurda y las élites kurdas al servicio de la política sionista en Oriente Medio

 

Los kurdos, arma de desestabilización masiva de Washington en el Oriente Medio

Como los palestinos, los kurdos aspiran a tener su propio Estado. Sin embargo, desde la dislocación del Imperio Otomano, algunos de sus líderes han priorizado aliarse con potencias imperialistas más que con sus vecinos. Estos líderes —y las familias vinculadas a ellos— se han transformado en un comodín del imperialismo para desestabilizar el Oriente Medio. Intentaron instalar Estados títeres sucesivamente en Irán, Irak y Siria, es decir en las tierras de quienes los habían acogido y protegido. Sarah Abed nos cuenta su historia.
 
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En 1917, la creación de Kurdistán, Armenia e Israel fue uno de los objetivos de guerra del presidente Woodrow Wilson. Después de haber ordenado el informe King-Crane para verificar la ubicación exacta de las poblaciones, proclamó la fundación del Kurdistán, aquí en rosa en el mapa, por el tratado de Sevres (1920). El tratado reconocía también la posibilidad de que la zona rayada (hoy parte de Iraq) se uniera voluntariamente al Kurdistán por referéndum. Pero ese Estado nunca vio la luz y fue abrogado por el tratado de Lausana. Este es el único territorio que los kurdos pueden reclamar con legitimidad.
Los hechos históricos de los kurdos han despertado durante siglos asombro y perplejidad y han sido rara vez objeto de comentarios en los medios de comunicación de Occidente hasta recientemente. Desde la invasión de Irak y el conflicto abierto en Siria, tanto los medios de comunicación mainstream como los políticos estadounidenses han dado un halo romántico a los kurdos para justificar la narrativa intervencionista occidental en estos países. Desde que Estados Unidos invadió Siria, Estados Unidos e Israel han sostenido el Kurdistán semiautónomo, comprándoles Israel por valor de 3 840 millones de dólares en petróleo, un movimiento que podía tener ramificaciones geopolíticas y económicas para las dos partes [1].
 
 
 

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