Donald Trump no sólo juega golf, también está purgando el Pentágono
Además de denunciar los resultados de la elección presidencial, el presidente Donald Trump se ha dado a la tarea de limpiar el Pentágono. El primer en caer fue el mismísimo secretario de Defensa, Mark Esper, que ha mentido constantemente para esconder a la Casa Blanca los verdaderos objetivos de los generales.
- Christopher Miller, nuevo secretario de Defensa, ha recibido la misión de impedir nuevas guerras.
Después de la elección presidencial, el inquilino de la Casa Blanca debe limitarse a los asuntos corrientes. Pero, justo antes de que se reúna la junta de “grandes electores” que decidirá quién va a ocupar la Casa Blanca durante los 4 próximos años, el presidente Donald Trump ha iniciado una operación de limpieza sin precedente en el Pentágono.
La prensa estadounidense, que sigue empeñada en presentar a Trump como un narcisista incompetente, no parece dar mucha importancia al asunto y afirma que el presidente se dedica últimamente a jugar golf.
Sin embargo, Trump ha destituido uno tras otro
al secretario de Defensa, Mark Esper (sustituido por Christopher Miller);
al jefe de gabinete de la secretaría de Defensa, Jen Stewart (sustituido por Kash Patel);
al director de la política de defensa, James Anderson (sustituido por Anthony Tata);
al subsecretario de Defensa a cargo de la inteligencia y la seguridad, Joseph Kernan (sustituido por Ezra Cohen-Watnick);
al funcionario de enlace con la OTAN, Michael Ryan (sustituido por Andrew Winternitz).
Es evidente la razón de esos cambios en la cúpula del Pentágono: desde que los grandes medios de difusión concedieron públicamente la victoria a Joe Biden se ha iniciado en Washington una cascada de “confesiones” de altos funcionarios que cuentan cómo sabotearon durante años la política del presidente Donald Trump [1]. Los responsables ahora destituidos probablemente los encubrieron o incluso conspiraron para derrocar al presidente Trump, mientras que los ahora promovidos siguen siendo fieles al presidente aún en ejercicio y comparten su convicción sobre los vínculos de las administraciones Clinton y Obama con la Hermandad Musulmana.
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